miércoles, 18 de junio de 2008

¡Y la banda siguió tocando!

Tal cual lo hacia en estoica forma, con una carga de romanticismo inigualable, la banda del Titanic siguió tocando, y muchos pasajeros sucumbieron en el barco que “ni Dios podría hundirlo” con los acordes de dicha orquesta.
De la banda solo el recuerdo. Todos murieron en esa pequeña epopeya. Se los trago el mar. Y por muy linda que sonaran las melodías que tocaban, las gélidas aguas los acallaron. Y en el caso de nosotros, simples espectadores de esta historia tantas veces narrada, tantas veces escrita y pasada a la pantalla grande vemos con orgullo la entrega de esos hombres que hasta que no pudieron más acompañaron los destinos de su barco hasta el final. Un verdadero heroísmo que cabe destacar.
Ya casi ha pasado un siglo de ese suceso, y mito mas, mito menos quedo en nuestra conciencia de dicha manera grabado. Y más que una gesta épica, debemos recordar que por negligencia, necedad, torpeza y despotismo, el barco más imponente de esos momentos se hundió y nadie pudo hacer nada, … en especial los que componían las clases económicas más sufridas del barco, quedaron en el encerrado y fueron de los primeros en ahogarse, mientras que los más pudientes fueron generosamente asistidos y salvados por la misma tripulación que hasta otorgó la posibilidad de un bote para solo unas cuantas “señoras de alta alcurnia” sin mezclar clases “¡obvio está!”.
Hoy en día, casi me siento atraído por los acordes de la publicidad oficial… en cuanta emisora hay, y escucho las grandilocuencias de la obra pública, de los actos de gobierno, de los faraónicos anuncios, etc.
Espero que todo esto no lleve a un acto “heroico” en que la banda siga tocando mientras el “barco de la provincia” comienza a sumergirse. Pues no hay que ser muy lúcido para saber quienes “quedarán arriba de los botes” y quienes sucumbirán en las frías aguas de los malos manejos estatales…

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