miércoles, 6 de junio de 2007

EL REINO DONDE LLOVÍAN PERROS


Un día, en la tranquila Villa Turística de El Calafate, comenzaron a aparecer canes que nadie, entendía de donde salían.
Los vecinos se sorprendieron, ¡estos comenzaron a aparecer por todos lados!
En los barrios alejados del centro, en el centro, en las plazas, frente a los comercios locales, y por cuanto rincón quedara libre…
Surgían como el elefante Dailan Kifki de María E. Walsh. ¡De la nada! Y sobre todo repentinamente.
Hasta que un día el máximo Gobernante de la localidad (que de casualidad se encontraba en ella) despertó, y vio lo que sucedía.
Argumentos de sus leales colaboradores no faltaron…, unos les decían que los perros eran traídos por malignos dirigentes opositores para hacerle sucumbir el “reinado”, otros que sería algún hechizo, también influenciado por dicha dirigencia, otros que eran los descontentos de siempre y que era normal que cada tanto llovieran cientos y cientos de perros en la Villa Turística.
Los Aldeanos, se mostraron preocupados, entonces, el máximo gobernante llamó para haber por medio de que arte mágica se podría solucionar este problema, o lo que es mejor, como hacer para que nadie se diera cuenta:
- nada dará resultado en un corto tiempo, Señor!
- ¿Y el Municipio? ¿Qué hace?
- Señor recuerde que “¡el Municipio es Usted!” (frase celebre que copiara luego el “rey sol” francés).
- ¡Entonces, maten a todos los perros que siguen “lloviendo” sobre mi “little empire”! (¡este término me lo dijo un conocido peluquero para desorientarlos, mientras muevo la cabeza!)
- ¡Señor generará un descontento aún mayor en sus súbditos!
- Bueno,… ¿y el veterinario que hace como 7 años decía que había una solución no nos dará “bola”?
- ¡Quizás!
- ¡Denle lo que el pida y que se las arregle!
Todos esperaron entonces que por medio de su ciencia en semanas, sin más que avisos exiguos erradicara esta plaga, pero la gente se empezó a acostumbrar a ellos. Y como era costumbre la responsabilidad siempre estaba en otros.
Nada se solucionó y el máximo Gobernante exigió:
- ¡Entonces que alguien haga algo!
Y así sucedió… un perro le hizo caso e hizo algo… un San Bernardo mordió a un niño, gravemente,… Dios quiso que saliera con vida!
Entonces todos se alarmaron y encontraron la solución, atarlos, amordazarlos e implementar una hermosa ordenanza que suena a primer mundo.
PERO LAMENTABLEMENTE, NO VIVIMOS EN UN MUNDO DE FANTASIA, ¡Los perros no llueven!, el problema se acrecienta geométricamente, y está hace más de 10 años, donde ya era vislumbrado por más de uno.
Obviamente la solución no es mágica, pero, la aparición tampoco, y realmente los pobres perros no tienen capacidad, inteligencia o discernimiento para auto regularse en su población. Y nuestros dirigentes… bueno ellos tendrían que tomar las riendas y darle una solución, no mágica, pero una que gradualmente haga desaparecer el actual problema y por sobre todo que cada uno asuma sus responsabilidades emergentes…Los propietarios como tales y nuestras autoridades en su rol de dirigentes (que dirigen) y no viendo pasar siempre las cosas como ajenas a su orbita.

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